lunes, 27 de enero de 2014

Su disculpa : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo

Su disculpa

Después de recibir injustos calificativos en dos informes presidenciales, me queda la imagen de que existe un anti-poeta en el Gobierno. ¿Miedo? ¿Paranoia o la simple apreciación sensata y equilibrada de una situación sumada al instinto de supervivencia ante el poder? Pienso que entregué las pruebas requeridas en el enlace ciudadano 356 y me merezco una disculpa oficial.


Una documentación explicativa enviada a Carondelet, hace días, aún no tiene respuesta.
Mucha gente me ha escrito y ha respaldado mi posición, incluidos los compañeros de este Diario. Debo reconocer que hasta la mala propaganda se vuelve buena cuando aparece en medio de actitudes autoritarias. Sin contar con diarios, revistas, canales de televisión incautados, agencias de noticias y toda esa parafernalia sabatina, di a conocer a la opinión pública una verdad perturbadora en época electoral.

¿Quién es el funcionario del régimen actual que participó como firmante en la remediación de daños ambientales causados por la transnacional Chevron-Texaco? El Vicealcalde de Quito tendrá que contestar hasta donde llegan sus responsabilidades en este caso. Él es actual miembro de Alianza PAIS y era funcionario público en la administración de Mahuad cuando firmó.

Sin embargo, gracias, señor Presidente. La experiencia me sirvió para entender porqué Shakespeare escribió sobre Julio César y razonar cuando Bruto explicaba la perpetuación del poder. Él decía que la caída del emperador, se había producido, no por quienes no lo amaban, sino por aquellos que amaban más la libertad de Roma.

Su reclamo sabatino, también, me sirvió para revisar con acuciosidad el libro ‘Tirano Banderas’, de Ramón del Valle-Inclán y ojear con cuidado ‘Yo el Supremo’, de Augusto Roa Bastos; releer ‘El otoño del patriarca’, de Gabriel García Márquez y ‘El señor presidente’, de Miguel Ángel Asturias.

Gracias a sus agravios entiendo más el sistema político vigente, el delito de ‘linchamiento mediático’, sesgado para unos, y esa metamorfosis de obra pública a cambio de libertades. Ahora conozco, por sus ofensas, la mezcla de ambición de poder, la brillantez del estratega natural que puede equivocarse por malos asesores y recrear en sus pasiones la manipulación de multitudes.

Ahora sé por qué usted no se disculpará nunca por descalificar a tanta gente ni por exponer la imagen y credibilidad de varios articulistas, donde usted me incluyó. Sé, también, que tengo una sensibilidad más fina en tiempos de auto-censura. Su disculpa ya no es necesaria.

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