domingo, 2 de febrero de 2014

La resistencia : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo

La resistencia

A veces, los garrotes contra la democracia abren frentes en un solo
manifiesto: la resistencia. Una Ley de Comunicación que se afianza con sanciones
contra las caricaturas, un Código Penal que criminaliza el ejercicio de los
médicos y un Decreto Ejecutivo 16 que regula a las organizaciones de la sociedad
civil y al final busca controlar a cada ciudadano.





¿Tiene sentido que el poder político tenga que legitimarse con censuras,
protestas y amenazas de renuncia? Un primer paso para ese tipo de poder es creer
que los triunfos electorales son la carta abierta para que una autoridad se
legitime con su propia línea legislativa y, luego, ataque los Derechos Humanos,
en especial el de la libertad de expresión. El ataque oficial busca legitimar la
Ley de Comunicación con un Consejo y Superintendencia volcados contra el
caricaturista Bonil pero, en realidad, arremeten contra la ciudadanía
entera.





Pronto la desobediencia civil será un anhelo, más si estamos sujetos a la
famosa disculpa pública, la multa del 2% de lo facturado o la rectificación que
cuestiona contenidos en las opiniones libres. La actitud crítica general
obligará a delinear las rutas de la resistencia.
Aparece el Decreto 16 como
otro recurso para controlar cualquier tipo de reclamo civil organizado. Esta
crisis de la salud no es responsabilidad de los medios de comunicación, pero se
echa mano del ‘chivo expiatorio’ y se aplica la persecución a Fundamedios, cuya
naturaleza es la observación social y estudio de medios. Según su denuncia, el
oficialismo se encarga de aprobar estatutos, asambleas e ingreso de miembros a
las organizaciones de comunicación.





El periodismo de investigación desaparece cuando existen figuras
delictivas que permiten sancionar con subjetividad partidista y autoritarismo.
En la práctica, las tres herramientas jurídicas del poder buscan legitimarse en
el imaginario colectivo y exterminar, con miedo, cualquier actitud irreverente
en el país, aunque hay que saber que las dictaduras terminan por organizar el
desacato y la inconformidad que ellas mismas han plasmado en resistencia
civil.

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