jueves, 20 de febrero de 2014

Mal parqueo


La reducción de la tarifa de sanción por mal parqueo en Quito muestra desesperación en la campaña de reelección de la Alcaldía que podría arrastrar también a la Prefectura con todo su engranaje el 23 de febrero. La pérdida de Alianza PAiS en la capital será la crónica de una muerte anunciada ante tanta uniformidad y autoritarismo. No por ingenuidad o falta de militancia los quiteños están cansados. En los últimos sondeos de opinión se nota agotamiento para continuar con el proyecto oficial que despilfarra y decide por conveniencias. La decisión de no cobrar multas y parqueos debió asumirla el Concejo Municipal y no solo un concejal encargado.


No podría eternamente una persona clonarse para ganar lo que falta y con su rostro reemplazar a todos los candidatos. La figura de Correa se convirtió en el Estado supremo absoluto sin opción de matices y única fuerza centralizadora sin derecho a réplica. Al parecer, la elección de muchos gobiernos locales será muy disputada puesto que cada uno reflexionará en que el adversario sí puede tener personalidad auténtica y podría defender logros alcanzados en materia local sin el apoderamiento del supremo.


Mauricio Rodas podría ser el nuevo alcalde gracias a la omnipotencia del adversario oficialista que se propagó sin dimensiones. Los errores ajenos siempre pueden ser aprovechados. Difícil creer que los electores caigan en la simple manipulación del imperio y la virulentas maldades de la derecha regional por encontrar un Henrique Capriles en Ecuador. Las cualidades del líder único son las que reflejan y reproducen el menosprecio para realizar un debate entre candidatos. Esto cobró factura y, con el pasar de los días, Augusto Barrera terminó solicitando espacio en los medios de comunicación para enfrentar a sus contrincantes desde su personalidad propia sin ayuda de sus partidarios.


El caso de Rodas no difiere en ciudades como Guayaquil y Cuenca, donde el electorado, según los sondeos, podría optar por lo distinto. Por algo que tenga colores alternos y filosofías con tonalidades diversas. El oficialismo anuló la institucionalidad del escenario y absorbió la diversidad hasta asfixiar a los ciudadanos. El diablo paga mal a sus devotos y muchos militantes tendrán que mirarse al espejo para intentar diferenciarse del otro. Un mal parqueo no es suficiente para descubrir la entrada al infierno.

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