México querido
La humanidad permanece atenta ante la matanza de Iguala. Los 46 estudiantes
desaparecidos el 26 de septiembre representan el espíritu rebelde de un pueblo
que enfrenta la crueldad de aplicar instrumentos que dan legitimidad al poder a
través de la violencia. En el ojo de la tormenta están los partidos políticos de
izquierda que son criticados por postular al alcalde José Luis Abarca, del
Partido de la Revolución Demócrata (PRD), el supuesto autor intelectual del
crimen masivo más absurdo y macabro de la historia mexicana, según indagaron las
autoridades del estado de Guerrero, mientras el país soporta recias protestas
con la quema de edificios emblemáticos. Las formas de rechazo contra la
izquierda pragmática se multiplican desde el país norteño.
Trotskistas, socialistas y sindicalistas crearon el PRD mexicano en 1989
para ejercer una plataforma de la Nueva Izquierda y la conducción de una casta
social denominada Los Chuchos que direcciona el partido desde 2008. En Guerrero
se llegó a mezclar la izquierda con la extrema derecha sin diferencias para
cooptar espacios y ampliar triunfos polémicos en Oaxaca, Sinaloa y Puebla.
Los gobiernos locales no se diferencian de la oposición pero se presentan
como progresistas o pragmáticos para cogobernar. La cúspide política es alcanzar
los votos y separar las ideas. No existe un proyecto social común que unifique
el evangelio de la izquierda moderna; según los politólogos, falta debatir temas
como el aborto, la legalización de la marihuana, la lucha por la desigualdad
campo-ciudad y los matrimonios homosexuales. Esa intolerancia populista se ha
relacionado con el totalitarismo estalinista del siglo pasado.
El caso Iguala traerá resultados en las elecciones 2015 mexicanas y
colocará la protesta estudiantil como la maquinaria democrática más eficiente
para acceder a los derechos ciudadanos y las libertades. La fortaleza de los
estudiantes que se levantan contra el sistema tiránico es un grito de protesta
de toda América frente a la indolencia. México querido, con tu tragedia nace la
esperanza.
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