domingo, 10 de noviembre de 2013

Sin tesis en la U : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo

Sin tesis en la U
Eliminar la elaboración de la tesis de grado de la educación superior puede resultar un remedio peor que la enfermedad. Los estudiantes saldrán con un trabajo de grado o de titulación a través de un proyecto práctico y un examen de conocimientos generales. Sin embargo, ¿cómo se validaría la efectividad en la calidad de vida de la sociedad, a través de proyectos con otro rigor científico, sean un artículo académico, una etnografía, un análisis de caso, un producto audiovisual o la sistematización de una experiencia comunitaria?

Por un lado, consideremos que entrará en vigencia una normativa que busca penalizar la mala práctica profesional. De hecho, nadie podrá estar seguro de la actividad laboral que realiza pues podría ser acusado y apresado por su trabajo en ejercicio, trátese de un médico, abogado, arquitecto, periodista, sociólogo, economista o ingeniero. Luego, entra en cuestión la investigación final de casos para titularse, la calidad de los proyectos y sus evaluadores, quienes validarán el aprendizaje de varios años, tras un régimen de naturaleza represiva y sancionadora.

¿Qué hipótesis se pueden comprobar dentro una metodología que verifica datos recogidos dentro de un sistema político personalista, tal como actúa la figura del actual mandatario? Al final, ¿qué tipo de trabajo de grado podría anular o reemplazar el campo teórico y la aplicación de la experiencia de casos sin una interpretación política de un modelo estatista radical?

Una cirugía resuelve el grado de un médico y la construcción de una casa, de un arquitecto, pero en las actividades culturales, artísticas o deportivas, que no coincidan con los proyectos del denominado ‘buen vivir’ o las propuestas de la ‘revolución ciudadana’, el ejercicio profesional carecerá de valor científico, pues la ciencia estará centralizada en el paradigma oficialista.

Siempre la ciencia, tecnología y la producción cultural se desenvuelven tras el manto de la política, pero ningún examen de evaluación de los procesos educativos será suficiente para coincidir con el poder dominante o insertar a la universidad en un modelo unilateralista y acaparador de los profesionales del futuro. Ni por mucho discurso sobre talento, excelencia académica o hiper-tecnología, los pueblos no deben estar subyugados al dominio de la academia totalitaria. Más allá de las tesis, la autonomía universitaria está en juego.

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