lunes, 18 de noviembre de 2013

Candidato de consenso : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo

Candidato de consenso

La nominación de candidatos para alcaldes y prefectos, en Guayas y Pichincha, frente a las próximas elecciones de febrero, marca la batalla final por la conquista del resto de alcaldías y prefecturas. Mientras el oficialismo opta por aplicar la ‘herida narcisista’ (en palabras de Freud) de figuras prefabricadas para la aprobación de la sociedad, a través de la reelección en Quito y la postulación de la candorosa gobernadora Viviana Bonilla en Guayaquil, la oposición busca cualquier candidato ambidiestro de consenso robustecido por el discurso de la unidad, quien sería la pieza clave para enfrentar al caudillismo. A ese poder que busca expandirse hasta el último gobierno seccional y entiende a los ciudadanos como la masa de súbditos obedientes de la maquinaria del Estado, igual que a los miembros del partido único, tendrán que enfrentarse los rivales políticos. El discurso del régimen sostendrá los errores recurrentes y no realizará enmiendas por temor a la alternancia pero sí aprovechará su ventaja logística, coyuntural y política.

La campaña inicia amorfa: las alianzas y coaliciones tendrán que negociarse para no dispersar votos; al menos, alcanzar un sillón municipal y cristalizar algún espacio alternativo. Sin muchos cuadros y con pocos acuerdos, la desidia se apropia del mandato popular, tras fórmulas del marketing, aprobación de encuestas y mucha propaganda. El cálculo del liderazgo local, la nula experiencia para armar listas y la disputa por los gobiernos seccionales se han estandarizado a lo público, cuyas instituciones subyugadas: CNE o Contraloría permanecen en silencio, sin muestras de neutralidad, sobretodo ante el gasto del dinero público. Ya empiezan los recorridos a sectores populares y las apariciones en los medios de comunicación pero, aún no hay diferencias marcadas ni planes de gobierno novedosos que se distingan del populismo correísta. Los votantes escogemos programas y personas capaces que generen confianza por doquier. Sin duda, faltan estrategias para enfrentar al acaparador de lo nacional y lograr distinguir al político de la política. Alguien tendrá que trabajar sin pedir permiso para construir el nuevo discurso que encare a la corrupción y componendas de la última administración, que promueva las libertades y no la represión y que construya diálogos.

El último proceso electoral evidenció que no es suficiente cambiar con el discurso de la unidad, sino con un cambio de acciones desde la soberanía, seguridad, desarrollo, democracia, justicia social y ciudadanía deliberante pero no obediente.

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