lunes, 7 de octubre de 2013

Involución ciudadana : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo

Involución ciudadana
El pragmático discurso revolucionario se ha trastocado en involución ciudadana. El Estado aplica un aparato político de control policial hacia los opositores ecologistas sumado a una intensa campaña propagandista de descrédito. Retrocede la democracia. Cualquier intento de detener la consulta popular y clarificar una decisión suprema sobre la explotación petrolera en el Parque Yasuní, sólo evidencia más la involución maniquea y contradictoria del populismo obsoleto vigente. El momento actual es muy parecido a los modelos fascistas del siglo pasado.

El uso de imágenes de una niña de tres años, con el nombre de La Megan, para repotenciar el recuento de hechos bochornosos del pasado 30 de septiembre de 2010, plasma la voracidad de un régimen dogmático, preocupado por enclaustrar su versión histórica bajo su único argumento de golpismo. La balacera en una zona hospitalaria consta como un delito de lesa humanidad en el esqueleto de la jurisprudencia internacional sobre Derechos Humanos. Este episodio no se contempla en la argumentación oficial.

Tampoco se detalla la provocación a militares y policías dentro de cualquier proceso indagatorio sobre aquellos acontecimientos que contabilizaron muertos y heridos. Esta vez, no se trata de la imagen de un niño para vender pañales, sino de un dardo mortal para diseccionar la sociedad entre quienes consideran las hipótesis del golpismo frente al amotinamiento laboral de las instituciones armadas.

La propaganda, sumada a la agresividad presidencial, delata una pérdida de energías transformadoras y persuasivas. Cada vez que el CNE demora los formularios para receptar firmas por la defensa del Yasuní, se muestra una involución al respeto ciudadano. Incluso por sobre el pensamiento de ambientalistas de las mismas filas gubernamentales que cuestionan en los pasillos la propuesta extractivista del Régimen pero sin mayor eco. La visualización unilateral de las agendas internacionales se ha tornado en instrumento de distracción.

La manipulación de la opinión pública consolida el retroceso a posibles propuestas y soluciones frente a la vulnerabilidad de los pueblos no contactados y de otros temas prioritarios. La hegemonía del poder pierde credibilidad a grandes pasos. Hace tiempo en los medios de comunicación había varias voces críticas y la pluralidad de pensamiento aspiraba a estar representada en el perfectible sistema democrático. Hoy esa utopía, en tiempos de involución, es impostergable.

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