Reinventar la protesta
Como nunca el rostro del poder muestra incertidumbre. Al parecer la
re-invención cansina del discurso del cacique se agotó mientras las proyecciones
económicas perfilan el relato de una muerte anunciada. Subida de pasajes,
inflación, una deuda externa excesiva, represión al reclamo, un despunte del
narcotráfico, más inseguridad en la calles, entre otros. La llama de la tal
‘revolución ciudadana’ se extingue tras un viejo sermón débil y cansado que solo
es apto para burócratas asalariados.
Los cuadros insignia se alejan de a poco aunque les cueste salir de la
dependencia del ‘compañero Correa’. Hace rato que José Francisco Cevallos ya no
representa nada ni el otrora arquero con ‘las manos del Ecuador’. En la historia
quedó María Fernanda Espinosa y esa figura de re-invención por la igualdad de
género; y Francisco Velasco, quien al apagar la luz del Ministerio de Cultura
dijo que a un forajido no se lo puede convertir en ‘momia coctelera’.
Sin militancia ni nada, la humillación al pueblo se siente y no se borra
al día siguiente. Un centenar de padres de familia que exigían la libertad de
sus hijos por una protesta estudiantil fueron obligados a pedir perdón. Una
infracción carente de evidencias tiene su peso y muchos saben, ahora, que cuando
alguien camina cerca de una protesta contra el Régimen se convierte también en
cómplice.
Un centenar de estudiantes y profesores solo fijan en su mente la
represión atroz porque tendrán que cuidar su reclamo o cambiar de colegio
después de visitar cárceles y retenes. Cada propaganda oficial para confundir el
reclamo y la protesta con criminalidad y vandalismo decepciona más a una
audiencia creciente.
Correa negó que cuesten USD 4 millones como sostuvo un analista, sin
embargo, nunca detalló las cifras de casi 400 enlaces sabatinos, ni el gasto por
logística, presupuestos, movilización de recursos humanos, técnicos, de sistemas
informáticos, estudios de locación, investigación a periodistas, salario a
teatreros, cantantes, colocación de tarimas, elaboración de banderines y
camisetas para uniformar a los 14 millones de ecuatorianos.
¿Represión, tiranía, autoritarismo, corrupción? ¿Pasado y presente
conjugado? ¿Acaso la derecha y la izquierda no son lo mismo en este episodio?
¿Cuál es peor: una ‘restauración conservadora’ por venir o una revolución
ciudadana por salir? ¿Acaso no son lo mismo?
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