sábado, 25 de octubre de 2014

Con nuestra plata : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo

Con nuestra plata

No estoy de acuerdo que se use el dinero público
y de los impuestos para cubrir más viajes presidenciales y de sus invitados
sorpresa. Tampoco con que se realice una campaña publicitaria de unos perritos
para intentar subir la imagen desgastada de los políticos. Menos aún, que se
gasten 1,5 millones en un año para decirle al mundo que la felicidad es un
asunto de Estado y que vivimos en ‘la sociedad del buen vivir’, cuando sabemos
que no es así.

El diario español El País ironizó que el
funcionario gubernamental Fredy Ehlers entrevistó a personas que dicen ser
felices como un campesino que vive de lo que siembra y una comunidad indígena
que cree en el poder de las plantas, pero a él le molesta cuando le preguntan
por el balance numérico de su gestión. Peor sería si se analiza la duplicidad de
funciones del Estado: los gastos, presupuestos y tantos viajes oficiales.



¿Por qué invitar dirigentes deportivos a
Qatar y Suiza? ¿Podrá el nuevo Ministro de Deportes traer el dinero para
solucionar el problema del Deportivo Quito y enfrentar la crisis del fútbol?
¿Por qué firmar acuerdos con el emir Tamim bin Hamad Al Zani, quien apoyó a los
rebeldes libios para derrocar a Muamar Gadafi, el antiguo amigo de Correa? ¿Al
fin el Gobierno mostrará las tan publicitadas inversiones del mundo árabe?





Sin embargo, los pasajes de un dirigente
estudiantil de la FEUE, del representante del colectivo Bulla Zurda y de Ivonne
Baki (exnegociadora fracasada de la iniciativa Yasuní ITT) sí deben preocuparnos
a todos quienes pagamos impuestos porque sus viáticos serán cargados al
presupuesto del Estado.



La mitad del PIB suizo procede de negocios
financieros e inversiones y sus bancos protegen una cuarta parte de la riqueza
privada de todo el mundo. Si de cooperación internacional se trata sería el peor
lugar para buscar inversiones. El dinero acumulado por el saqueo de los
gobiernos más corruptos de la historia de la humanidad terminó engrosando la
lista de clientes de algún banco suizo. ¡Vaya gira… y con nuestra plata!

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