domingo, 15 de septiembre de 2013

La Tri y el Yasuní : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo

La Tri y el Yasuní
¿Cuánto cuesta la publicidad en la transmisión de los partidos de fútbol? ¿Cuánto el Gobierno ha gastado para convencernos que la explotación petrolera del Yasuní sacará al país de la pobreza?¿Olvidamos el primer barril de crudo que se obtuvo en 1973 y los homenajes militares de la época, tras el supuesto de acabar con la pobreza? ¿Nadie recuerda la época de las derrotas de la Selección cuando nadie aceptaba sus errores?
¿Por qué nunca aparecen los responsables sea la crisis del fútbol o del despilfarro público?

¿Por qué nadie exige algún informe que demuestre el uso de los supuestos 18 mil millones que, según dicen, se obtendrán para construir todas las escuelas y hospitales necesarios? ¿Por qué no estudiar proyectos productivos y evadir la búsqueda de alternativas? ¿Acaso la necedad no se parece a insistir en un entrenador con escasos resultados?

Es que cambiar mapas para justificar que no existen tribus primitivas en el Yasuní configura el inusitado estilo de militancia política para quienes en un inicio se llamaban ecologistas, guerrilleros y revolucionarios o defensores de derechos humanos; pero luego, ya instalados en el poder, se convirtieron en extractivistas, burócratas y reaccionarios, en represores con título. El sector público, como un mal partido de fútbol, se llenó de expertos ambidiestros, omnipresentes, que juegan a la izquierda pero patean con la derecha, se ponen la cabeza en los pies y ocasionan sus propios autogoles. ¿Quién cree que la explotación hidrocarburífera no tiene impacto en suelo, aire y agua? ¿O que el ‘1 por mil’ de explotación no dañará especies vegetales y animales?

Todo suena al relato de los fallidos partidos de la selección de fútbol. Primero, narrar un triunfalismo anticipado que, al final, termina acrecentando la angustia de la pérdida. Los goles fallidos ya no cuentan en los resultados y nadie quiere evaluar los errores. La Tri tiene aún esperanza, pero al Yasuní, que es la nueva utopía, le queda jugar el partido de la costosa propaganda oficial.

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