domingo, 10 de marzo de 2013

Marea roja e incierta : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo

Marea roja e incierta

La muerte no esconde ni destruye ideales y nunca llega la víspera. Bien pudo haber muerto hace dos meses pues ya nunca apareció en público. Hugo Chávez quedará como el mito que reconstruyó la historia de América Latina. Al final, al subir al avión de su partida, quiso labrar el horizonte de su heredero, Nicolás Maduro, y delinear los últimos trazos de su patria.

Murió el caudillo que reemplazó el paradigma de los gobiernos en las democracias modernas y reinventó el lenguaje del populismo y del socialismo, el que rediseñó el mundo petrolero; y amplió o achicó la figura del imperialismo capitalista con simples excentricidades y una particular visión multipolar. Su manera de hacer política fue la del profeta: el ser creíble, el que lanzó sus tesis polémicas cual religión para interpretar la vida, América Latina y el mundo.

Preso por un golpe militar contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, Chávez salió de un cuartel al poder y se apoyó con los octogenarios hermanos Castro desde Cuba para reescribir la izquierda regional. Sin embargo, en 14 años, ¿qué cambió en Venezuela? ¿Todo, mucho, nada? ¿Acabó la inequidad en el país petrolero más rico de América?

Una marea roja de gente sepultó a su héroe. Al líder que actuó sin consideraciones para resolver en algo la marginalidad de muchos, aunque sea con el tono autoritario con el rasgo del abuso a las libertades empresariales y ciudadanas con un estatismo e intervencionismo desmesurado. Mientras descendía la producción agrícola, la expropiación de empresas encendía la inflación e inseguridad en la calle.

Claro, el cambio social tiene su costo y cualquier impacto traspasa fronteras. Así se contagió a varios países y con algunas aplicaciones de políticas dividió a América y confrontó posiciones: Chávez testamentó entre quienes piensan que el poder debe concentrarse con fuerza en manos del Ejecutivo y quienes reclaman equilibrio, balances reales de una democracia y fijar los límites de la arbitrariedad del poder.

Un testamento sin claridad republicana sobre la legislatura, la independencia de funciones e imparcialidad de jueces. Con la herencia de no respetar la libertad de prensa y levantar la red de medios oficiales y paraoficiales. Con muchos capítulos y tinta en los periódicos sobre canales de televisión clausurados y contenidos censurados como la cotización del dólar en el mercado negro y las agresiones a periodistas no chavistas.

Marea roja e incierta que aún espera.
 
kmantilla@lahora.com.ec
@klebermantillac

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