lunes, 15 de octubre de 2012

Recta final : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo

Recta final : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo
Si consideramos un escenario de reelección igual que Venezuela habría que detallar algunos hechos de corrupción evidente que con debilidad pasarán factura en las urnas. Al parecer nadie devolverá al Estado los 800 mil dólares que recibió el empresario argentino Gastón Duzac pese a la aplicación de medidas compensatorias como la destitución del directorio del banco Cofiec y alguna multa impuesta. De que existieron irregularidades no hay duda pero el caso es que no es el único.

Veamos: algo estuvo mal en Cancillería cuando se envió una valija diplomática con droga o cuando se constató negociados y sobreprecios en la importación de urea y en la construcción de obras de los ministerios de Deportes, Salud, Educación y Agricultura. Hechos de corrupción notorios sustentados y registrados por la prensa.

Sin embargo, al electorado poco le importa puesto que se construyó el hiperpresidencialismo para olvidar la inestabilidad de anteriores administraciones y aquellos pasajes oscuros de corrupción como el famoso feriado bancario y esa vulgaridad del populismo bucaramista.

Mal o bien se podría repetir el fenómeno Chávez para 20 años. Aunque la diferencia está en los errores que se pueden cometer. Esos contrasentidos del discurso. Cuando se dice algo pero se actúa distinto. Es que la demagogia sí es medible y cuantificable. Un ejemplo: recordemos que nos vendieron la propuesta de la defensa del medio ambiente a través del ITT pero al mismo tiempo se amplió la explotación minera a cielo abierto.

Tal vez en esta administración, en toda la historia republicana del país, es donde más se ha favorecido a nuevos empresarios, al denominado centro derecha política, donde más acumulación de capitales se ha desatado producto del alto precio del barril de petróleo. Todo tras un discurso de izquierda.

Ahora viene la recta final: un juego electoral con todas las capacidades y dineros del aparato estatal. Con un CNE sumiso y sin rivales de peso. Y con una oposición carente de ideas que no logra armar las soluciones a los pecados del oficialismo, pues el desempleo y la inseguridad están a la vista. No es suficiente la vieja argucia de recrear un país diferente con más bonos y subsidios. El problema está en explicar cómo hacerlo y con qué dinero. Sin embargo, en la recta final alguna sorpresa puede aparecer pues los errores son humanos.

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