Antesala electoral : Opinión : La Hora Noticias de Ecuador, sus provincias y el mundo

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A diferencia de otras elecciones, las de febrero de 2013 se caracterizarán por desarrollarse en un escenario más unidireccional, bajo el manto de un gobierno provisto del arma de la reelección eterna, que logró unificar todas las corrientes de derecha y algunas fracciones disidentes de su izquierda ‘aliancista-PAIS’, las cuales intentarán competir contra esa hegemonía del populismo caudillista.

En esta época de negociaciones para captar un candidato de peso se nota que los respaldos siguen dispersos pero la inconformidad con la actuación del Régimen es común y se perfila como un eje conductor radical de coincidencias. La apuesta es llegar a participar en una segunda vuelta para aglutinar la indignación de una nación como única batalla de lucha.

La Conaie y varios movimientos sociales relegados en la presente administración tendrán un rol protagónico en la maniobra de unificar apoyos y gestionar alianzas, pues en 12 provincias centrales y amazónicas de su dominio, el correísmo perdió en la última consulta popular del pasado mayo. Aún es difícil predecir resultados, pese al escenario de dominio y control del aparato electoral.

Faltan los programas alternativos de gobierno, incluso del oficialismo, para generar empleo, enfrentar la delincuencia, extirpar la corrupción y distribuir la riqueza con equilibrio, generando más producción, con énfasis en el sector rural. Es una enormidad echarle la culpa de todo al correísmo o al entorno rosa que lo rodea, pero es un despropósito que el Presidente aún no explique por qué su revolución de gente asalariada no incluye en algún punto un plan efectivo contra la inseguridad, delincuencia y narcotráfico después de un lustro en el poder.

¿Por qué no usa la palabra inflación para referirse al incremento de precios en la canasta básica de víveres, como si no fuera uno de los principales problemas que heredará la siguiente administración? La coartada correísta siempre fue victimizarse tras la ‘larga noche neoliberal’ o polarizar las versiones de los hechos para transformar a los medios de comunicación en los responsables de lo que el Gobierno no hace o hace mal.

El relato oficial es tan recurrente y demagógico que necesitará otro esquema para convencer a su mismo electorado.